Editorial HUGO DURNEY Director de Investigación y Desarrollo Académico Universidad Tecnológica Metropolitana
Trabajar en Red: Nuestra oportunidad de e-volucionar hacia un sistema de I+D+i integrado, colaborativo e interdisciplinario de Redes Académicas
¿Habrá algo más ancestral y natural en la historia del ser humano que el mecanismo de
intercambio de recursos y conocimiento, como forma sistemáticamente comprobada de supervivencia y desarrollo colectivo? Sin ir (o en realidad yendo) más lejos, recuerdo una interesante reflexión que surgió en una reunión, yo diría ecléctica, de colaboración académica, sobre cómo el término de origen japonés “Kaizen”, que refiere un concepto fundamentalmente colectivo de mejora continua, estaba relacionado con nuestro pueblo originario Mapuche, que desde tiempos inmemoriales ya tenía una idea desarrollada de la importancia y conveniencia natural de establecer y cultivar relaciones de cooperación, tanto local como con otros pueblos que cohabitaban esta enorme región austral (entiéndase lo que hoy llamamos Chile y Argentina). Para ellos, esta idea de que la mejora, el aprendizaje y la evolución continua, además de ser necesaria, solamente se podía lograr a través de la colaboración e intercambio con otros, se expresaba en el concepto del “Trafkintu” (pido disculpas si no lo expreso correctamente), que refiere un evento de extraordinario significado y valor de intercambio de recursos y conocimientos, y que implicaba la reunión de familias y organizaciones provenientes incluso de ambos lados de la cordillera, bajo la certeza de que dicho intercambio indudablemente beneficiaría a todos los individuos y colectivos, sin excepción, y sin distinción del “volumen de inversión” o aporte que cada uno era capaz de llevar al evento. Hoy, nosotros, como parte de instituciones cuya esencia es la generación, cultivo y transmisión de conocimiento nuevo y ancestral, ante la responsabilidad de hacer del patrimonio científico, tecnológico y artístico un valor central del devenir de nuestras sociedades, debemos resignificar y potenciar la naturaleza colaborativa de esta actividad humana, a través de las herramientas que la misma ciencia y la tecnología nos han permitido generar. Hoy, las universidades, centros e institutos de I+D+i de Chile estamos de hecho frente a un desafío de complejización, que no es más que responder a nuestra cuota natural, dentro de un esfuerzo colectivo que implica a toda la sociedad, incluso más allá de nuestras fronteras. Chile, como pocas veces en la historia global, está hoy llamado a demostrar consciencia de contexto frente a sus propias oportunidades. No solamente somos un hermoso laboratorio natural, sino que del mismo modo, podemos demostrar que ese paradigma romántico de “fin del mundo” ya no tiene sentido en la era digital y en la sociedad del conocimiento, y que tenemos la posibilidad cierta de ser incluso el centro del mundo en algún momento; porque el centro del mundo hoy simplemente está allí donde las redes avanzadas verifican más búsquedas o visitas. Y para eso, la conectividad resulta determinante.
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